jueves, abril 06, 2006

CAPÍTULO II - COMIENZA LA TARDE-NOCHE

Uno piensa que la vida, a estas alturas, no te puede dejar más cosas esperanzadoras. Parece que tenemos el cupo del asombro y la ilusión cubierto por la inercia de la inexorable rutina. Y es cierto: no todos los días se producen sucesos fabulosos e irrepetibles. Para mí aquel sábado empezó como otro cualquiera. No les voy a negar que el estómago mariposeaba cada vez que pensaba que por la tarde unos cuantos privilegiados íbamos a asistir a una reunión en El Candi con los Ban Jalen, y quizá pudiéramos contemplar y escuchar al grupo en los ya míticos locales de la ría un poco más avanzado el día.


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